Una vez la pieza se ha limpiado de yeso, se recortan todos los bebederos y se procede a su limado y alisado. Los bebederos no deben situarse en lugares de detalle para evitar borrarlos (a ser posible). La pieza también tiene muchos detalles que impiden hacen un repasado general a esmeril. Los principales detalles retocados son la mandibula inferior del caballo, que en metal se veía un poco más ancha que la superior y la rodilla superior, dónde se apreciaba una protuberancia poco estética.
La pieza se echa en el bombo de pulir y se deja cuantas más horas mejor (de hecho estuvo más de seis horas dando vueltas entre palillos, satelites y bolas de acero mezcladas con agua jabonosa). Y mientras da vueltas, se puede ir preparando la siguiente fase. Tener la pieza fundida no implica que este acabada, aun quedan algunas partes del proceso. Uno de ellos es poner una tapa en la parte posterior y para eso hace falta una plancha de plata bastante grande.
Se puede comprar o se puede estirar en una laminadora, si bien cuanto más grande y delgada sea, más difícil sera que quede completamente plana. Para aplanarla, una vez tiene las medidas adecuadas y que no sea excesivamente abombada, se coloca dentro de un diario o una revista sobre una superficie metálica (como un yunque) y se aplana a golpes con un martillo de teflon para no dejar marcas.
La plancha para la tapa |
Al sacar el Jinete del bombo tras varias horas de dar vueltas ya se puede apreciar mejor la pieza con un tono brillante, por delante y por detrás, y ver si han aparecido más poros, pieles o defectos. En este caso no ha sido así, la pieza ha quedado bien y solo resta colocar la tapa, volver a pulirla y darle el acabado final. Se puede apreciar que queda muy brillante, pero eso hace que los contornos y detalles no se distingan.
Vista posterior del jinete. |