Tras un periodo de inactividad, volvemos al tajo, y con una pieza si no muy llamativa, si con cierto interes: un colgante para una madreperla. Lo primero es la madreperla, sobre la que se va a construir el colgante, que debera ser una pieza que luzca y tenga cierta presencia. Hecho en plata y con el menor peso posible, dentro de su tamaño. La madreperla tiene unos seis centímetros y el colgante aproximadamente unos nueve, esta en el límite de lo posible para hacer una fundición, y de hecho va a quedar muy ajustado.
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La madreperla. |
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Lo siguiente es encontrar un trozo de cera lo bastante grande. Los bloques cortados que venden habitualmente no son tan anchos y ademas tiene que tener cierta altura para evitar que la perla asome por detrás. La primera idea fue soldar dos bloques de 25,4 mm de grueso, lado a lado. Pero en un rincón encontro un bloque de cera que habia confeccionado de forma casera con retales de cera azul y una bandeja de cristal, en el horno de fundir.
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El bloque de cera casero |
La primera fase es poner la madreperla encima y dibujar el contorno sobre la cera, como no se adapta plana, se hace un pequeño boquete en la cera con una fresa, para que encaje una de las perlas salientes y la pieza quede más plana y ajustada.
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Se dibuja el contorno |
Entonces se perfora la plancha de cera y se procede a recortar con la sierra, siguiendo el perfil, pero dejando un margen para el reborde. Lo primero que hay que intentar es que la perla encaje bien dentro de un rebaje hecho en la cera y dejar un reborde en el otro lado (que sera la parte frontal del colgante) para que sujete la pieza, al menos en varios puntos.
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Iniciando el rebaje para colocar la madreperla. |
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El hueco. |
Esta pieza es muy grande para trabajarla a mano, aunque podría hacerse. Lo mejor y más rápido es usar el micromotor. El que yo uso es el de joyero profesional, un Navfram. Pero para trabajar, sirve igualmente uno de más sencillo. La fresa es una de tungsteno, detipo industrial, que puede encontrarse en una ferreteria, pensada para desbastar. Es de bordes rectos y con la cabeza redondeada (iria mejor una totalmente recta y con cabeza plana). Con ella se rebaja el espacio entre lo recortado y el perfil para que encaje la madreperla.
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El encaje |
Al final ha resultado imposible dejar un reborde adecuado, por que la madreperla no es plana y los bordes tienen diferentes alturas, que hacen que las partes más bajas, que son las que deben marcar donde tiene que ir la madreperla en el encaje, queden muy abajo, así que he acabado por quitar casi todo el reborde y pasar al plan B.
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Vista superior de la madreperla en el encaje. |
Una vez bien ajustado el borde de la madreperla en el encaje, procurando que esta quede lo más plana posible, con el soldador de cera se procede a añadir material encima del nacar hasta cubrir el borde del mismo. En algunos lugares la madreperla sobresale varios milímetros por encima del bloque y hay que añadir bastante cera. También se trata de que quede un grueso margen para repasarlo luego y añadir detalles. Lo que sobre se podra eliminar posteriormente.
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Reborde por adición de cera caliente. |
Una vez se tiene el reborde y la cera esta solidificada, entonces se puede proceder a recortar lo que sobra del bloque de cera para hacer un colgante de forma ligeramente elíptica. Se repasa con una lima de cera y se redondea el reborde. En la parte superior trasera ira un hilo curvado para hacer de balia fija, por donde pasar una cadena.
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Pieza desbastada. |
Ahora se puede empezar a trabajar para darle forma y ornamentar la orla que rodea la madreperla, usando el motor para trabajar con rapidez. Hay que quitar mucho material, por que tal y como esta esta pieza pesar casi trescientos cincuenta gramos de plata. Hasta
ahora la pieza se ha hecho sin dibujo, por que en realidad no hace
falta, el encaje se tiene que hacer igualmente, y no precisa de ningun
boceto ni nada. Y la verdad es que aquí se puede improvisar sobre la marcha si se tienen las ideas claras.