martes, 8 de diciembre de 2015

El sello de la Cobra. La pieza en metal.

La preparación para la fundición incluye un detalle de última hora: con una lima triangular de relojero (para metal) se repasan todas las hendiduras para darle a las escamas una apariencia más convexa y de relieve. Luego se hace un último repaso para quitar rayas y pulir defectos y una limpieza con trementina para eliminar el polvillo y los defectos más superficiales.

Detalle del escamado.
Luego se monta en una base de goma (en este caso junto a otra pieza original, una alianza de televisor hecha de cera morada). Es un cilindro pequeño que ni siquiera se rellena por completo, se utilizan 400 gr de yeso. La cera en si da una medida del peso: 3.2 gr de cera, unos 33 gr de plata (en teoría). El arból completo requiere 90 gr de plata de ley.
Montaje del árbol.
 El cocido del cilindro en el horno es el habitual, con un tiempo muy largo en las temperaturas más bajas de las rampas de subida (a 150 y 200 grados) para asegurar que toda la cera se funde y se quema debidamente. La fundición se aprovecha para realizar otras piezas en cilindros aparte, para otros tipos de aleación y encargos. El cilindro de la cobra es el último porque la temperatura de inyectado es la más baja, son dos piezas gruesas.
Los cilindros en el horno a 610 grados.
 La inyección se realiza a una temperatura de 550 grados centigrados, con 90 gramos de plata de ley, que dan vueltas en la centrifugadora durante un cuarto de hora. No pasa nada por dejarlo más tiempo, salvo que luego hay que rascar más el yeso para soltarlo de la pieza, pero a cambio no hay cambios bruscos de temperatura al introducir el cilindro en el cubo de agua y tampoco contracciones exageradas del metal.
El cilindro en la centrifugadora.
 Una vez limpiado todo el yeso, primero con una cuchilla de metal para raspar la parte más gruesa, luego con algunos cepillos de plástico para el material adherido al propio árbol y por último en la máquina de ultrasonidos para que se desprenda todo el yeso adherido en las hendiduras de difícil acceso, la pieza se deja a decapar en acido hasta que queda de un color blanco y se van las manchas (al menos esa es la teoria). Aunque no es exactamente parte del proceso normal el árbol entero se ha metido en el bombo de pulir durante una hora y media para ver que aspecto final va a tener, además la carga del bombo señalara todos los poros y microporos que hayan quedado en la pieza.
El árbol tras su paso por el bombo.
 Tras el pulido se pueden ver muchas microrayas y algún que otro defecto que quedaba disimulado por el color de la cera. Pero en general la fundición ha quedado bien, los escasos defectos son fácilmente subsanables con el esmerilado y pulido y la pieza no muestra fisuras, ni poros, ni roturas. Un vez se corta el bebedero y se separa la pieza del árbol se puede comprobar el peso final: casi 36 gr. Es mucho, pero no esta mal teniendo en cuenta que la pieza original pesaba 16 en plata (con forro), pero era más pequeña y con las paredes la mitad de gruesas (esta esta pensada para llevarse sin forro). Ahora hay que terminar de repasarla, el defecto más evidente es una raya en el cuello que afea la división de las escamas.
El sello de la cobra en plata de ley.

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